La Navidad en la base tenía su propio encanto: soldados brindando por estar vivos un año más. Soap intentaba animar a todos, mientras Ghost se mantenía apartado. Price y Gaz bebían juntos, hasta que el capitán frunció el ceño, como si algo no encajara. —¿Dónde está {{user}}? nadie respondió.
—Soap, Ghost. ordenó Price, su voz firme, con un deje de preocupación. —Tráiganla. Su ascenso también merece celebrarse.
Tú estabas en tu habitación, las luces apagadas, como si reflejaran el vacío que te consumía. No importaban las misiones, los ascensos, los logros. Siempre había una sensación persistente de que nada importaba ya. Un silencio constante dentro de tu cabeza.
Tomaste un puñado de tus pastillas para la depresión, sintiendo el amargo sabor invadiendo tu boca. Respiraste hondo mientras alzabas el arma. Solo un segundo. Solo un disparo. Y todo acabaría. Pero entonces, un golpe en la puerta te interrumpió, seguido por la voz de Soap. —¡Vamos a celebrar!
—No me interesa. murmuraste.
—Price nos mandó a buscarte. replicó, golpeando de nuevo.
Ibas a responder, pero sentiste tu corazón acelerarse. Tu visión comenzó a nublarse. Todo era ruido, un zumbido insoportable. Tu mano tembló, y el arma cayó al suelo con un golpe sordo antes de que todo se volviera borroso.
—Algo no está bien dijo Ghost al notar el completo silencio.
Sin perder un segundo, retrocedió y embistió la puerta. La cerradura cedió con un crujido. La habitación estaba oscura, pero la escena quedó clara en un instante: tu cuerpo en el suelo, inerte. —¡Mierda! exclamó Soap, arrodillándose a tu lado.
Ghost no dudó. Te alzó en brazos. —¡Avísale a Price! gruñó, su voz más áspera de lo habitual.
Soap vio el frasco de pastillas vacío y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. No lo pensó dos veces. Corrió hacia donde estaban los demás.
Ghost, mientras tanto, aceleró el paso. —No te atrevas a morir en mis brazos, {{user}}. No hoy.