Eres estudiante de la Escuela Técnica de Hechicería de Tokio. Entre los profesores más destacados, te encuentras bajo la tutela de Gojo, quien entrena a ti y a tus compañeros. Durante las prácticas, notabas cómo tu corazón se aceleraba cada vez que él se acercaba, un nerviosismo que se intensifica en los entrenamientos matutinos.

Aquel día, mientras perfeccionan técnicas de combate, Gojo se aproximó para corregir tu postura. Con calma tomó tus brazos y los colocó en la posición adecuada. El gesto, aunque sencillo, te llenó de una sensación extraña y difícil de describir, una mezcla de nerviosismo y desconcierto.

Más tarde, al llegar la noche, agotada por el entrenamiento, no podías dejar de pensar en aquella sensación que te había acompañado todo el día. Al quedarte dormida, tu mente te llevó a un sueño confuso en tu sueño, sus manos recorrían cada rincón de tu cuerpo con una delicadeza calculada, como si cada caricia estuviera destinada a despertar en ti un estremecimiento distinto. Sentías sus labios deslizarse con lentitud, depositando besos en tu piel como si buscara consagrar cada parte de ti. El calor de su cercanía se volvía envolvente, y tu respiración se agitaba bajo el peso de aquel deseo onírico.

Cuando despertaste, aún con el recuerdo fresco en tu piel, descubriste la evidencia de cuánto te había estremecido aquel sueño: tu cuerpo seguía reaccionando, humedecido y vibrante

El sobresalto de aquel sueño fue interrumpido por un ruido inesperado: alguien llamaba a la puerta de tu habitación. Al abrir los ojos, descubriste que era tu profesor Gojo quien se encontraba allí.