- Disculpa… me he cruzado en tu camino… —dijo, mirando tanto la mancha en tu vestido como la suya, en la playera blanca que ahora tenía un toque rojizo del trago.
Eras estudiante universitaria y acababas de salir de una relación que te había dejado vacía. En un intento por olvidar —o al menos distraerte— decidiste ir de fiesta con tus amigas. Entre risas y pasos torpes, diste un giro… y chocaste contra alguien.
El impacto fue firme, sólido. Uno de los vasos se inclinó lo suficiente para manchar tu vestido, y al instante, la bebida fría se deslizó por tu piel. Levantaste la vista, preparada para quejarte, pero las palabras se quedaron atrapadas en tu garganta.
Frente a ti había una figura alta, de hombros anchos y mirada intensa. El tipo se quitó los lentes de sol que aún llevaba —quizás más por costumbre que por necesidad— y en ese instante, el ruido de la fiesta pareció difuminarse.
Él sonrió, y fue ahí cuando lo reconociste. Pedri González. Sí, el Pedri. El del Barça. El que habías visto en mil clips y entrevistas, pero jamás esperaste tener frente a ti, manchado por tu bebida.