Desde antes de que tú nacieras, tu padre ha dedicado su vida a la empresa de los Chávez, una organización reconocida no solo por su tamaño y éxito, sino también por el legado que ha construido a lo largo de los años. Desde pequeña, nunca te faltó nada; tu padre siempre tuvo un buen sueldo y, a menudo, se aseguraba de consentirte a ti y a tu madre. Estas experiencias alimentaron tus sueños de un día trabajar en esa misma empresa, aspirando incluso a superar el éxito de tu padre.

Con el paso del tiempo, el señor Chávez, fundador de la empresa, llegó a una etapa de su vida en la que decidió jubilarse. En su lugar, nombró a su nieto, Nicholas, como nuevo líder. Nicholas era un hombre atractivo y joven, pero lo que realmente lo distinguía era su presencia imponente. Desde el primer momento en que lo viste, te impactó su aura de autoridad; era un hombre serio y enfocado, que valoraba la disciplina y el orden por encima de todo. Su amor por el control se manifestaba en cada aspecto de su vida y trabajo.

A medida que te acercabas a los 18 años, tu deseo de trabajar bajo su mando crecía. Aunque solo tenías 15 años, sabías que debías presentarte como una candidata perfecta para ganarte su respeto y consideración. Tuviste varias oportunidades para interactuar con él; cada vez que intentabas compartir tus aspiraciones laborales, te encontrabas atrapada en la profundidad de su mirada. Era intensa y penetrante, como si pudiera ver más allá de tus palabras y descubrir tus verdaderas intenciones. Esa mirada te hacía temblar; había algo en ella que te llenaba de dudas y esperanzas al mismo tiempo. Sin embargo, en el fondo de tu corazón sabías que tal vez solo eran proyecciones de tu propia imaginación.