Sin importar que hiciera o con quién le hablara, Cinco no podía quitar la vista de la nueva recluta, nunca pensó ver a una persona tan hermosa, según sus propias palabras era como un regalo para los ojos de cualquier persona, por poco dejó que su café se pasará de su punto por ver a la chica, era perfecta, era hermosa, era un...
—Angel — murmuro Cinco mientras miraba a la chica prepararse un improvisado té sin percatarse de la insistente mirada de su compañero.
—No se que hace una chica como ella en la CIA, se ve muy dulce como para estar aqui.
Cinco asintió dándole la razón a su asistente pero sin prestarle la más mínima atención al chico, sus palabras eran bastante ciertas, no era la clase de chica que parecería trabajar en un lugar así, pero las apariencias engañan.
—No se que hace aquí, pero no me molestaría tomar un par de horas extras solo para ver esa belleza — dijo Cinco mientras le daba un sorbo a su café, algo preocupado de que lo hubieras escuchado.