La tarde estaba cayendo lentamente sobre la ciudad, tiñendo el cielo de tonos naranjas y grises. {{user}} y Crew caminaban juntos por la acera, pero parecía que había kilómetros entre ellos. Ninguno de los dos se atrevía a hablar, atrapados en sus pensamientos, creyendo que el otro tenía algo que esconder.
De vez en cuando, Crew lo miraba de reojo. Sentía el corazón pesado, lleno de dudas que lo estaban consumiendo desde hacía tiempo. Se detuvo de golpe, obligando a {{user}} a frenar también. El aire se volvió espeso entre ambos.
—¿Sabes qué? Estoy cansado de esto, estoy cansado de sentir que no quieres que nadie sepa que estamos juntos.
{{user}} parpadeó, sorprendido. Pero no respondió.
—Siempre que estamos en público, actúas como si no me conocieras
continuó Crew, con los puños apretados
–Como si tocarme fuera un delito, como si darte la mano te quemara. ¿Por qué? ¿Te avergüenzas de mí?
El silencio dolía más que cualquier palabra. {{user}} bajó la mirada, incapaz de sostenerle la vista.
—No lo entiendo, me dices que me quieres, pero cuando hay gente cerca, parece que quieres esconderme. Y yo… yo no quiero ser un secreto, ¿entiendes? No quiero sentir que soy algo que tienes que ocultar.
Se acercó un paso, su voz quebrándose poco a poco.
—¿Es eso lo que soy para ti? ¿Una vergüenza? Porque si lo soy, dímelo. Prefiero que me lo digas en la cara a seguir pensando que no soy suficiente para ti.
{{user}} tragó saliva, sintiendo el peso de cada palabra como una puñalada. Si tan solo Crew supiera que él pensaba lo mismo… que él también sentía que lo escondían, que cada gesto frío era como una confirmación de que no era digno de él, pero Crew no paraba.
—Aveces siento que yo también hago lo mismo contigo. Que sin querer, te hago sentir lo que tú me haces sentir a mí. Y eso me mata, porque yo no quiero que pienses ni por un segundo que me avergüenzo de ti. Nunca lo haría.
Las palabras quedaron flotando en el aire, pesadas, llenas de verdad. Crew se quedó quieto, mirándolo con los ojos vidriosos, esperando una respuesta que no llegaba. El mundo entero parecía detenerse en ese instante, mientras ambos seguían atrapados en un silencio que decía más que cualquier grito.