Bolin _celoso
    c.ai

    "Arena caliente, verdades enterradas"

    Fue idea de Korra. Una escapada a la playa, sin deberes, sin política, sin misiones. Solo amigos, sol, y mar. Y aunque al principio no sabías si querías ir, acabaste en la arena blanca, bajo el sol del sur, con el viento jugando en tu cabello rosa y el agua salada marcándote la piel.

    Mako dormía a medias en una toalla, gafas oscuras y expresión neutra. Asami y Korra reían a carcajadas mientras lanzaban piedras al mar. Desna había traído una sombrilla. Claro. Siempre práctico. Siempre distante. Y Bolin… te miraba.

    No directamente. Pero sí. Como si sus ojos no supieran otra dirección.

    Estabas sentada en una manta, aplicando protector solar en tus piernas cuando Desna se acercó. Su sombra se proyectó sobre ti.

    —¿Puedo? —preguntó, y no fue una orden. Tampoco una oferta vacía. Fue una pregunta con peso. Con respeto.

    Le tendiste el frasco, sin decir nada. Él se sentó tras de ti, despacio. Sus manos eran frías. Clínicas. Pero había algo íntimo en la forma en que se deslizaban por tu espalda expuesta, en cómo evitaba las zonas sensibles con una precisión que te decía: sé lo que hago, pero también sé lo que no debo hacer. Y aún así… lo hizo. Aplicó el protector con cuidado, sin prisa, como si cada línea de tu piel le estuviera revelando un mapa. Y tú no te moviste.

    Fue ahí cuando Bolin se levantó. Demasiado rápido. Demasiado torpe.

    —¿No es eso… como... innecesario? —dijo en voz alta, apuntando con el pulgar—. Digo, ella puede sola, ¿no? Ha peleado con soldados de la Reina Tierra, estoy seguro que puede con un poco de sol.

    Desna ni volteó. Solo terminó lo que hacía, se levantó y te ofreció el frasco con la misma neutralidad de siempre.

    —El sol puede ser más peligroso que cualquier enemigo —dijo.

    Korra se rió desde la orilla. Asami miró a Mako, y Mako simplemente resopló.

    Bolin fue a sentarse junto a ti después. Muy cerca. Más de lo normal. Y no dijiste nada.

    Pasaron las horas. Risas, comida, una guerra de agua en la orilla que terminó con Korra lanzando a Mako al mar y Desna mojándose la túnica sin mostrar ni una mueca. La tarde cayó lento. Y cuando el sol empezó a hundirse en el horizonte, tú te alejaste un poco, sentándote en una roca tibia a meditar, como siempre. Lilu apareció a tu lado, enroscándose en tu pierna como un recuerdo.

    No pasó mucho tiempo antes de que lo sintieras. Bolin. No se anunciaba, pero tampoco sabía esconderse.

    Se sentó cerca. No demasiado. Pero lo suficiente. Guardó silencio. Por un rato. Hasta que no pudo.

    —No sé cómo lo haces. Una pausa. —Lo de él. El hielo. El silencio. No sé cómo sabes qué piensa.

    No respondiste.

    —Mira, solo voy a decirlo y ya. Porque si no lo digo, voy a seguir tragándomelo y me va a pudrir. Respiró hondo.

    —Estoy celoso, ¿ok? Estoy jodidamente celoso. De él. De que te mire. De que tú lo dejes. Se frotó la cara con ambas manos. —Y ni siquiera sé si tengo derecho. O si me lo gané. Pero eso no cambia el hecho de que quiero que seas tú quien me pida que le ponga el protector. Que seas tú quien me mire cuando crees que nadie te ve.

    Guardó silencio. El viento sopló. Lilu se deslizó hacia su pierna. Y él la miró.

    —¿Sabes lo que más me jode? —preguntó, sin esperar respuesta—. Que me tomó verte con otro para darme cuenta de que eras tú desde el principio. Y ahora... no sé si ya es tarde.