Hwang In-Ho se inclinó sobre su asiento mirando con curiosidad y un interés que no había tenido hasta el momento la pantalla. Su respiración pausada y semblante indiferente ocultaba la preocupación creciente en su interior al reconocer entre todos los participantes a Hari. No entendía como ella había llegado ahí, ni siquiera sabía el porque no la había notado desde antes, tal vez era porque su pequeña figura siempre lograba camuflarse entre los demás de manera natural. Dió un sorbo a su trago para humectar su reseca garganta mientras observaba el caos que ahora sucedida en la pantalla. Conocía demasiado bien a Hari para saber que el miedo la paralizaria lo suficiente para no correr en ese instante, con lo que no contaba era que segundos después caería al suelo junto otros jugadores en el momento equivocado. Tomó de prisa su radio y sintonizo el canal de los francotiradores.
— No le disparen a la 381. — su ronca voz brotó con demasiada naturalidad para alguien inquieto como él. — Si alguno de ustedes le dispara, lo mataré yo mismo. ¿Entendido?
No iba a dejar que nadie dañara a su mujer. Jamás.