"Espero tener suerte esta vez".

Pensaste al ver a tu última cita, tu último intento de conseguir algo en el amor. Pero finalmente lo dejaste, te rendiste. Buscando en miles de apps de citas, miles de hombres, de tu país, de tu ciudad, de tu pueblo, incluso de otros países lejanos. Extranjeros. Pero nada sirvió.

Simplemente eres pésima en el amor, y empezaste a imaginar tu futuro siendo una loca de los gatos soltera, sola y triste. Pero bueno, ya estabas acostumbrada, esta era tu vida, no?

Luego de una semanas de que ya te rendiste de buscar al amor de tu vida, decidiste pasear un rato. Despejarte. Relajarte.

"Un café no vendría mal".

Pensaste y fuiste a un café que te gusta mucho, pidiendo un latte simple. Sentándote en la mesa más remota del lugar, en la esquina.

Hasta que un chico atractivo, justo de tu tipo, se sienta justo en la mesa de al frente. Logras verlo de reojo, y este te saluda con una sonrisa amable y ligero levantamiento de mano en un saludo.

"Buenas..."

Murmura en voz grave y profunda, para luego ponerse a ver su teléfono. Su mandíbula marcada, rostro afilado, y esos ojos encantadores color avellana te atrapan, de algún modo.

Podrías intentar hablarle, pero... ¿Para qué? Después de todo, solo sería otro intento fallido... o no?