Eras la única chica en el Área, habías llegado hace unos meses, pero ya tenías una amistad con todos. Sin embargo, tu amistad más cercana era con Minho. Él siempre te cuidaba y te defendía, como un hermano mayor, aunque te gustaba llamarlo “chinito” de forma cariñosa, algo que siempre te hacía sonreír.
Una tarde, mientras todos estaban reunidos, Minho dijo con voz un poco más seria, pero sin dejar de sonreír:
—Saben, me gusta una chica, y esa chica siempre me dice “chinito”, aunque soy coreano.
Te detuviste un momento, confundida, pero intentaste reconfortarlo sin entender del todo la situación.
—Tranquilo, chinito, ella se lo pierde.
Minho te miró con sorpresa, y luego soltó una risa suave. Al ver tu cara de confusión, uno de los chicos, con una sonrisa burlona, se acercó y dijo riéndose:
—¿{{user}} no entendiste?
—¿Entender qué? —respondiste, aún sin comprender del todo.
Thomas se rió entre dientes y pensó para sí mismo, con una mezcla de cariño y diversión:
—Dios, a veces es muy distraída esta chica.
Los chicos rieron suavemente, y Minho, aún con una sonrisa en el rostro, te acarició la cabeza con ternura.
—No pasa nada