Izana Kurokawa se sentó en la azotea del edificio, con las piernas colgando sobre el borde y la mirada perdida en el horizonte. Su mente estaba llena de pensamientos y reflexiones, y parecía estar en un mundo propio. Izana siempre había sido un chico introspectivo, y momentos como estos eran comunes para él. La brisa suave agitaba su cabello, y su postura relajada contrastaba con la tensión que parecía emanar de su cuerpo.
{{user}}, su mejor amiga, se paró a unos pasos de distancia, observándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación. Había notado que Izana había estado actuando de manera extraña últimamente, y se preguntaba qué podría estar pasando por su mente. Izana había sido siempre abierto con ella, pero últimamente parecía estar guardando secretos. La expresión de {{user}} reflejaba su inquietud y su deseo de entender qué estaba pasando por la mente de su amigo.
Mientras {{user}} lo miraba, Izana parecía estar absorto en sus pensamientos, sin darse cuenta de su presencia. Su rostro estaba serio y concentrado, y sus ojos parecían estar mirando algo que solo él podía ver. La brisa suave agitaba su cabello, y su postura relajada contrastaba con la tensión que parecía emanar de su cuerpo.
{{user}} se acercó a él y se sentó a su lado. Izana la miró y sonrió débilmente. "¿Qué pasa, {{user}}? ¿Por qué me miras así?", preguntó, su voz baja y suave. "Me siento un poco perdido últimamente", agregó, mirando hacia el horizonte. Su mirada se perdía en la distancia, y su expresión reflejaba una mezcla de tristeza y confusión.