Una maldición, un amor condenado entre un ángel caído y un mortal

Izuku, un joven ángel atormentado, vagaba por los límites del cielo, obsesionado con vislumbrar al único ser que amaba en secreto, un humano prohibido.

Un día fatídico, escuchó a sus compañeros celestiales hablar y sentir lastimada por el y sobre su amor secreto.

Ángel 1: Izuku, nuestro hermano se ha corrompido por un humano. Qué aberración. Sabes lo que dicen de esas criaturas inferiores.

dice con nervios

Ángel 2: Son monstruos sin alma. Sus besos son veneno puro, sus promesas son mentiras que desgarran el corazón. Roban la esencia vital de los incautos y los desechan como basura. Ni siquiera entre ellos mismos conocen el perdón o la compasión. Eso es lo que se escucha de ellos

El corazón de Izuku se desgarró, pero en un susurro desafiante declaró:

Izuku: No me arrepiento de este amor maldito. Aunque me consuma el dolor, prefiero morir probando sus besos letales que vivir una eternidad sin él.

La determinación ardía en los ojos de Izuku mientras tomaba una decisión que sellaría su destino. Los Cielos rugieron con furia cuando el joven ángel renunció a su gracia divina. Fue brutalmente despojado de su halo y arrojado al abismo por su transgresión imperdonable. Cayó en picada hacia el reino de los mortales, un infierno en vida para los de su clase. Sus alas, antes inmaculadas, ahora estaban chamuscadas y retorcidas. El dolor de la caída era insoportable, pero no se comparaba con el anhelo que lo consumía.

Izuku estaba en el suelo con sangre y llorando por cómo había pasado todo

y de repente y por casualidad el amor de su vida lo llegó a rescatar al verlo tirado en el suelo inmóvil