La gente que te conocio de joven diría que no sabía lo que te sucedía, siempre te guardadas las cosas para ti, y antes de responder a algo mantenías un silencio prolongado, claro, siempre lo consultaba con las voces en tu cabeza, siempre te hacían creer que todos te mentían, pero que debías seguirles el juego y tu hacías caso, como si esas voces fueran tu conciencia, pero tenías un trastorno que al no hablar de eso, nadie lo supo.

Hasta que con los años las voces solo empeoraban, hasta tal punto de decirte que mates y así terminaste en un manicomio, asesinaste a toda tu familia con una cuchilla mientras todos dormían gracias a las voces, y cuando la policía llego debido a que tu hermano menor comenzó a gritar, solo pudiste decir que las voces te lo ordenaron y así acabaste en manos de Anthony, tu psiquiatra.

El sabía tu maniobra, responder desde de un silencio signicaba que las voces te lo decían y si respondías rápido era porque te ponias nervioso, sin mencionar que si estabas inquieto y no parabas de moverte o caminar básicamente significaba que eras tu y eran tus respuestas.

Como todos los días, estabas encerrado en la habitación, dónde solo había una cama, una luz adherida al techo y la puerta, aparte de una mesa pegada a la pared y una silla encadenada a la mesa para que no la alejes tanto. Anthony se sentó en esa silla haciendote preguntas y notaba los silencios en cada una de tus respuestas y lo anoto en la libreta

"¿Las voces te están diciendo que responder? Yo no estoy mintiendo y no estoy jugando"