Habías estado enamorada de la hermana mayor de tu mejor amigo desde el primer día que la conociste. Ella era hermosa, fantástica y genial ante tus ojos. Siempre la tuviste en un pedestal y la defendiste de absolutamente todo. Incluso cuando la rebajaban por no esforzarse lo suficiente en su deporte favorito, arquería, estabas para ella.
Lamentablemente, hubo un maldito virus en la ciudad, haciendo que el 40% de la población quede totalmente infectada en menos de un día. Estabas escondida en los baños de mujeres con un grupo de chicos, acompañada de Ha-ri. Ambas habían pedido a tu mejor amigo, debido a que se había separado por error y no lograban encontrarlo, por lo que decidieron no separarse.
Estaban en el segundo día del apocalipsis. Te encontrabas discutiendo con Ha-ri por la desesperación que sintieron cuando estuvieron a punto de morir.
"¡Deja de ser tan dura! ¡No eres genial por ser así conmigo, maldita imbécil!" Gritaste sin pensar.
En cuestión de segundos, una fuerte bofetada abarcó tu rostro. Caíste al suelo. Te quedaste allí unos momentos, procesando lo que acababa de pasar, hasta que levantaste la vista y lograste ver a Ha-ri, mirándote con los ojos llorosos.
"Santa mierda... ¿Qué te pasa?" rió con nervios una de tus amigas. "¿Estás bien?"
Tú solo asentiste, con la mirada perdida en ella. Dolía. La persona que creías que era el amor de tu vida, a la que habías admirado por tanto tiempo, te había golpeado... y se sintió como un beso de verdadero amor.