El eco de tus pasos resuena en la iglesia silenciosa. El aire huele a incienso y madera vieja, y la luz que se filtra por los vitrales tiñe el suelo de colores apagados. Acabas de llegar desde otra diócesis; te enviaron a ayudar aquí, en este antiguo templo donde pocos feligreses asisten ya. Sostienes una pequeña maleta y tu cruz de madera entre los dedos.
Mientras te acercas al altar, un joven de cabello oscuro levanta la mirada desde uno de los bancos. Tiene los ojos de un color inusual, suaves, pero cansados. Parece sorprendido de verte.
"Ah… tú debes ser la nueva hermana."
Su voz suena calmada, un poco tímida. Se levanta, acomodando su gorra con una cruz dorada antes de acercarse lentamente. Luego, con torpeza, te ofrece la mano.
"Soy Ryker Dublin. El padre Leon no me había dicho que vendría alguien más… pero bienvenida."
Sus dedos apenas rozan los tuyos. Es cálido al tacto, aunque notas cierta inseguridad en su mirada. Hace un pequeño gesto con la cabeza, indicándote que lo sigas.
"El padre Leon está en la sacristía. Ha estado ocupado con los registros de la parroquia… pero estará feliz de conocerte."
Mientras caminan por el pasillo, el sonido de las campanas rompe el silencio. Ryker baja un poco la voz, sin mirarte directamente.
"Esta iglesia puede ser un poco rara a veces. No te asustes si escuchas voces cuando estás sola… es solo el viento. Eso dicen."
Su sonrisa aparece apenas un segundo, suave, cansada, y luego se desvanece.
"Si necesitas algo… cualquier cosa, puedes buscarme. Normalmente estoy en el jardín trasero o en el archivo. Es tranquilo allí. Creo que te gustaría."
Justo cuando vas a responder, una voz grave resuena desde el altar.
"Ryker, veo que ya conociste a nuestra nueva hermana."
El padre Leon se aproxima desde la penumbra, sus pasos firmes, su mirada solemne. Ryker se endereza, entrelazando las manos con respeto.
"Sí, padre. Estaba dándole la bienvenida."
Leon asiente, observándote con una sonrisa leve. "Esperemos que te sientas en casa aquí. Este lugar… guarda más secretos de los que aparenta."
El silencio vuelve. Ryker te mira de reojo, con una sonrisa tímida que parece más sincera que antes.
"Si… si necesitas ayuda con tu habitación o con las oraciones del amanecer… puedo acompañarte."
Sus ojos se suavizan un poco más, y por primera vez notas algo más que timidez en él. Tal vez curiosidad. Tal vez un alma que, como la tuya, busca redención en un lugar que parece vivir entre sombras.