"El callejón estaba sumido en una penumbra que parecía devorar la luz. Veyrion avanzaba con pasos calculados, la mirada fija en la oscuridad frente a él. Su cabello blanco brillaba tenuemente bajo la luz de una farola, y el humo de su cigarro se desvanecía en el aire frío de la noche.
—Sabes... —murmuró sin voltear a verte, su tono cargado de sarcasmo—. Esto no es exactamente lo que llamaría una cita romántica, pero supongo que tienes gustos peculiares.
Se detuvo frente a una puerta desvencijada, observándola con atención antes de sacar su arma. El sonido del seguro al activarse resonó como un eco en el silencio. Veyrion giró ligeramente la cabeza hacia ti, dejando que uno de sus ojos oscuros se encontrara con los tuyos.
—Siempre estás aquí, ¿no? Persiguiendo a un loco armado por callejones apestosos. —Su sonrisa ladeada parecía burlarse de ti, pero había algo en su mirada que traicionaba una preocupación genuina—. Deberías tener más sentido común.
Se inclinó hacia la puerta, apoyando su oído contra ella mientras te hacía un gesto para que te mantuvieras cerca. Su voz bajó a un susurro, pero la intensidad de sus palabras era inconfundible.
—No me gusta cuando las cosas se ponen complicadas. Pero si algo sale mal esta noche... quiero que corras. No mires atrás, ¿entiendes?
Su tono era serio, casi frío, pero el ligero temblor en sus palabras revelaba un destello de vulnerabilidad. Antes de que pudieras responder, se enderezó y empujó la puerta, entrando con la misma confianza calculada que siempre mostraba. Tú lo seguiste, como siempre, sintiendo el peso de sus palabras resonando en tu mente.
—Mantente cerca de mí —dijo mientras avanzaba, sus pasos resonando en el suelo de concreto—. Si me pierdo en esto, necesito que seas mi brújula, ¿de acuerdo?
Había algo diferente en la forma en que lo dijo, algo que hacía que su máscara de frialdad se desmoronara por un breve instante. Veyrion podía ser un asesino implacable, pero contigo, parecía estar luchando por algo más que su propia vida."