Solías pensar que el amor era una promesa rota antes de cumplirse. Tu vida estaba marcada por un desfile de desilusiones, cada una más amarga que la anterior. Habías amado con todo tu corazón, solo para encontrar vacíos y silencios que no podían llenarse. Después de tu última relación, juraste no volver a confiar en nadie.
Pero entonces apareció Katsuki.
Lo conociste una tarde gris, cuando la lluvia caía sobre la ciudad como un susurro constante. Te refugiabas en una cafetería, intentando evitar los recuerdos que siempre parecían perseguirte. Katsuki entró empapado, sacudiendo el agua de su chaqueta con una torpeza que provocó una sonrisa involuntaria en ti. Fue un momento fugaz, pero él lo notó. Con una confianza tranquila, se acercó.
"Esa sonrisa le pertenece al mundo, ¿sabes? No la escondas."
Acostumbrada a protegerse tras una coraza de indiferencia, respondiste con algo que no esperabas: risa. Fue la primera vez en meses que dejabas escapar un momento de vulnerabilidad, y eso marcó el inicio de algo que no podías prever.
Al principio, Katsuki fue una sorpresa agradable, pero sin expectativas. Estabas acostumbrada a medir tus emociones, a controlar cada paso que dabas en el terreno peligroso del afecto. Pero Katsuki tenía una forma de entrar en tu vida sin invadir. Era paciente, como si entendiera que el amor no era algo que se pudiera imponer, sino una semilla que necesitaba tiempo para crecer.
Con cada día que pasaba, comenzaste a notar un cambio. No era inmediato ni drástico, sino como el amanecer después de una larga noche.Simplemente estaba allí, compartiendo su luz. Su amor no era un rescate, sino un refugio.
Una noche, mientras caminaban por un sendero iluminado por faroles, te detuviste. Miraste al cielo y luego a Katsuki.
"¿Sabes?" Murmuraste "Antes de conocerte, pensé que mi corazón era un lugar en ruinas. Pero tú... tú has traído algo que creí perdido."
Katsuki sonrió, tomándote de las manos "No te he traído nada, {{user}}. Tú ya tenías esa luz dentro de ti."