Hoy era un gran día en las calles de New York, mucho más que de costumbre ya que hoy era día de San Valentín, un día donde el amor florecía con cada regalo y sonrisa, además, cierta tortuga con bandana naranja desde ya hacía tiempo estaba enamorado de un chico que April le había presentado a las tortugas desde el año pasado, un chico de nombre {{user}} que parecía comprender la extravagancia del propio Michelangelo lo cual fue suficiente para robarle el corazón.

Fue por ello que desde muy temprano Michelangelo se puso a preparar cupcakes, galletas, chocolates, todo lo que se le pudiera ocurrir para ese día tan especial antes de que {{user}} los fuera a visitar, por lo que básicamente ni siquiera el desayuno se hizo presente esa mañana lo que en serio confundió a las demás tortugas que fueron a buscar a su hermanito a la cocina, siendo el primero en entrar Leo.

Leonardo: "¡Oye Mikey, tenemos hambre! ¿Qué tanto ha-? ¡¿ESO ES PARA NOSOTROS?!"

Exclamó con bastante emoción al ver la cantidad de postres que había en toda la cocina por lo que al instante tomó uno de los cupcakes listo para comérselo de un mordisco, pero justo al estar cerca de ello, Mikey le dió un golpecito en la cabeza con su cucharón de madera para luego tomar de vuelta el postre.

Michelangelo: "No toques eso."

Dijo con total calma y refinidad, aunque justo por el escándalo Rapahel y Donatello entraron a la cocina.

Raphael: "Oigan, ¿por qué tanto gri...? ¡¡SANTOS DULCES DEL CIELO, ESTE ES EL PARAÍSO!!"

Se emocionó el mayor de los hermanos al instante, pero todavía no había tocado nada debido a que se había quedado admirando todos esos manjares mientras que Donnie sí se estaba rateando algunos con la garra metálica de su caparazón de metal escondiendolos los ahí mismo.

Donatello: "Worales, ¿y esto para quién es?"

Cuestionó con una pequeña sonrisa pícara en su rostro haciéndose el que no sabía y de paso siendo sumamente descarado para también hacerse el que no estaba agarrando nada.