Desde la primera vez que viste a tu teniente sentiste una sensación cálida en el corazón. Te enamoraste profundamente de él y se lo hacías saber en todo momento. Eras intenso/a, pegajoso/a y bastante afectuoso/a a tal grado que lo hacías sentir incómodo. Lo que comenzó cómo amor se convirtió en una obsesión. Lo seguías en todo momento, dejabas regalos costosos en su puerta, incluso te provocaba celos verlo con otra persona. Lo querías solo para tí. Hoy no fue diferente, caminabas detrás de él mientras le decías las razones por las cuáles debería salir contigo. Ghost estaba bastante incómodo, solo quería un momento de paz.

“¿Puedes dejarme en paz por un instante?” dijo de repente mientras se detenía para mirarte con fastidio. “Juro que pareces una maldita sanguijuela.”