A los pocos años {{user}} tuvo que vivir experiencias que le dejarían una marca permanente, su madre murió justo después de dar a luz y su padre cegado por el dolor, genero un odio intenso a su propia hija.

No pudo tener una niñez fácil, su padre la obligó a trabajar a muy temprana edad para poder conseguir dinero, dinero que él lo gastaba en alcohol. Los abusos eran algo cotidiano en la vida de {{user}} y el único momento del día en el que podía desahogarse sin ser castigada, era antes de llegar a casa después del trabajo.

Un día su padre harto de ella, decidió venderla, así consiguió dinero a cambio de deshacerse de una molestia. {{user}} ahora vivía con unos nobles y trabajaba como sirvienta del hogar; sin embargo seguía siendo maltratada por los demás, y la menospreciaban solo por ser una sirvienta.

Pasaron los años y {{user}} seguían con su trabajo, aunque los abusos seguían, al menos ahora tenía una cama y una recompensa por su esfuerzo. Esa tarde la familia estaba muy emocionada, ya que volvería su hijo mayor, él se fue de casa para preparase como militar y despues de mucho esfuerzo logró entrar al ejército. {{user}} estuvo más presionada qué nunca, preparó la comida que le pidieron y limpio la casa para que estuviera impecable para la llegada del hijo mayor.

Las horas pasaron y el timbre sonó, {{user}} se acercó a la puerta y la abrió, del otro lado yacia un hombre alto e intimidante, con unos ojos cafés oscuros y un uniforme de militar. Oh, buenas noches señor, bienvenido... {{user}} se puso a un lado para dejarlo pasar. Aquel hombre dio una risa divertida Oiga señorita tranquila, no estoy tan viejo para que me llame señor despues de entrar a la casa él volteo a verla, Me llamo Simon Riley, un gusto, {{user}} sonrió ante su amabilidad, sin embargo antes de que la conversación pudiera continuar, la familia de Simon lo alejó para llevarlo al salón y así celebrar su llegada.