En una pequeña ciudad, vivía una pareja que parecía tener un futuro brillante. Llevaban juntos dos años y ambos soñaban con formar una familia, construir una vida juntos y alcanzar sus sueños. Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar cuando Katsuki perdió su trabajo, y una serie de problemas y malentendidos comenzaron a desgastar su relación. A pesar de amarse profundamente, las constantes discusiones y la presión hicieron que decidieran separarse.

Con el corazón roto, dejaste la ciudad para empezar de nuevo. Poco después de irse, descubriste que estabas embarazada. Quisiste decírselo a Katsuki, pero después de todo el dolor de la separación y con el orgullo de ambos de por medio, decidiste seguir adelante sola. Pensabas que sería mejor no hacerle cargar con una responsabilidad cuando él estaba pasando por una etapa tan complicada de su vida.

Pasaron los años, y Katsuki rehizo su vida, aunque en el fondo siempre sintió tu ausencia. Un día, tres años después de su separación, mientras caminaba por el parque de la ciudad, vio a un niño que corría y jugaba. Algo en él le resultó familiar; tenía el mismo tono de cabello que él cuando era niño, y una sonrisa que le recordaba a alguien que no lograba identificar.

Entonces, de repente, escuchó una voz que no había oído en años:

"¡Aoki! Ven aquí." Eras tú, que estaba llamando al niño. Katsuki sintió una mezcla de sorpresa y confusión al verla después de tanto tiempo. también lo viste, y ambos se quedaron paralizados, sin saber qué decir. Miró al niño y luego a ti, como si necesitara que ella confirmara lo que ya intuía en el fondo.

"Es...es tu hijo?" Dijo el con una voz que tenia un tono de confusión, no sabia que pensar el niño se parecía mucho a él, y tenía algunos rasgos tuyos. Aunque la inseguridad de que sus sospechas fueran falsas y el niño fuera de alguien más lo inundaban