Las puertas de piedra se cerraron de golpe tras de ti, resonando con un eco que helaba la sangre. Las garras del rey Koopa te habían capturado horas atrás, y ahora te encontrabas en una habitación lujosamente sombría, más cárcel que palacio. Él entró, imponente, con sus pasos retumbando como tambores de guerra. Te miró con esa mezcla extraña de poder y deseo, y antes de que pudieras reaccionar, sus labios ásperos atraparon los tuyos en un beso que para tu sorpresa fue delicado
"Es cierto que quiero a la princesa Peach," murmuró con voz grave y burlona, sus ojos clavados en los tuyos mientras una sonrisa torcida se dibujaba en su rostro, "pero mientras no la tenga, tú eres un/a buen/a sustituto/a."
Te empujó con delicadeza al interior de la habitación,el era un caballero aún asi.Afuera, se escuchaba cómo daba órdenes a sus tropas, asegurándose de que nadie se acercara.
"Más te vale comportarte," gruñó al volver a mirarte. "No me hagas lamentar haberte dejado con vida."