El humo de los cigarros se mezclaba con el aroma a whisky caro y feromonas intensas de alfas por doquier, llenando el ambiente sofocante del lujoso bar privado. La luz tenue caía sobre sillones de cuero oscuro y mesas de cristal donde los hombres más influyentes de Rusia cerraban negocios, firmaban contratos, etc...
Aleksandr, con un traje perfectamente planchado y mirada completamente seria, ocupaba uno de los sillones más apartados. Sus anillos de oro brillaban con cada movimiento de su mano mientras sostenía un vaso del whisky más caro de todo el sitio. Nadie en aquel lugar ignoraba quién era ni lo que representaba; su sola presencia imponía respeto y silencio.
De pronto, la música cambió. Los murmullos disminuyeron cuando las luces se enfocaron en la tarima central. Ahí apareció él: un chico joven, de aspecto delicado y elegante, vestido con un corto vestido color rojo, el cual revelaba algo de su pecho por el pequeño escote que traía. Completamente descalzo. con movimientos fluidos comenzó a bailar con gracia, haciendo relucir sus aretes y brazaletes de oro en sus muñecas y tobillos. Su cuerpo parecía hecho para la música... Cada giro, cada paso, cada pequeña feromona dulce que desprendia su hermoso cuerpo, arrancaba suspiros y miradas hambrientas
Aleksandr, que rara vez mostraba interés en los espectáculos, dejó el vaso a un lado y fijó su atención en el bailarín. Una sonrisa apenas perceptible se dibujó en sus labios, como si aquel joven desconocido, acabara de captar su atención en medio de una noche monótona.