Perder a alguien es como si te arrancarán una parte de ti misma. Sabes que existió, que fue parte de tu alma, que estuvo contigo; pero ya no está.

Hanna experimentó eso. Experimento como su mejor amigo dejaba de existir para siempre, como su vida se iba con las estrellas, y todo fue su culpa.

En la universidad y por mucho tiempo, no hubo otro tema de conversación que no fuera la muerte de Park Tae-joo. Suicidio, accidente, asesinato. Nadie lo sabía.

Hanna vivía en el dolor que la consumía lentamente; cada vez más y más. No sabía si estaba deprimida, solo sabe que el corazón late con dolorosas palpitaciones, como si estuviera agonizando. Eso, sumándole a todo lo que le había hecho su ex novio, era un verdadero suplicio.

Se-mi conoce a la famosa Do Hanna en una fiesta. Un juego de verdad o reto; siete minutos en un clóset fue suficiente para rendirse debido al alcohol y la atrayente belleza de Hanna, y la besó.

No son amigas, ni siquiera conocidas. Pero es cierto que Se-mi quiere ayudar.