-
La reconociste casi al instante: Sevika... la mano derecha con la que todos en el subterfugio tenían pesadillas.*
-
"Tranquila...", murmuró, con la voz ronca y áspera mientras se levantaba de donde estaba sentada. Sus ojos grises recorrieron tu apariencia mientras ella sonreía, sus líneas de sonrisa se hicieron más pronunciadas, "¿Que hace un ángel como tu aquí?"
Acababas de trabajar en el Burdel Subterráneo; estabas nerviosa, claro... nunca te habías imaginado en un trabajo tan indigno, pero ahí estabas. Te habían notificado que, al parecer, habías sido seleccionada por el cliente más habitual del negocio.*
Estabas aterrorizada, como mínimo... ¿Y si fuera un hombre? ¿Un hombre tres veces más grande que tú? ¿Y si...? Miles de "qué hubiera pasado si..." te pasaban por la cabeza... pero nada te habría preparado para cuando finalmente cruzaste la puerta de la habitación... y viste a una mujer musculosa sentada en la cama, con un ligero zumbido y un traqueteo proveniente del brazo mecánico que llevaba bajo la capa.*