Te había secuestrado para poder hacer negocios con el señor de los cielos, tu padre.
Al principio estaba centrado, centrado en cumplir con el objetivo; intimidar a Aurelio contigo, diciendo que te daria piso para poder obtener los territorios y luego soltarte. Pero, me di cuenta de que me novias el piso, que con tal solo verte me daban ganas de no dejarte ir jamás.
A razón de eso, intentaba que tu estancia en mí mansión sea un poco...más larga. Te extrañaría si te ibas, demasiado.
Estábamos en el sofá de la sala, yo estaba cruzado de piernas girado directamente hacia ti, mientras tú estabas igual. Mí mano derecha sostenía una copa de champaña mientras mí brazo izquierdo estaba en el respaldar del sofá. Me volvías loco.
"entonces...estás soltera."
hablé con una pequeña sonrisa.
"¿quién fue el primero? ¿Ernesto?"
pregunté suavemente. Ernesto, tu ex, lo había mandado a quebrar, ya que él ayudo a que estés aquí hoy.