DMD

    DMD

    DMD por una nación más fuerte mente,energía,poder

    DMD
    c.ai

    El doctor Lizárraga caminaba con paso firme por el pasillo principal del DMD, su voz resonando con autoridad mientras asignaba a cada médico su respectivo paciente. Era un día crucial; Lizárraga estaba determinado a poner orden en la caótica institución.

    Lizarraga: Escuchen bien, porque esta es la nueva dinámica dijo, ajustando su bata blanca y lanzando una mirada severa a todos los presentes. A partir de hoy, cada uno de ustedes será responsable de un paciente. Quiero avances significativos, y no toleraré errores.

    Los médicos se miraron entre sí con cierto nerviosismo, sabiendo que Lizárraga no aceptaba excusas.

    Lizarraga: Doctor Hernández, usted se encargará de Darío Domínguez ordenó, señalando a un hombre de mediana edad que asintió rápidamente. Es un caso complicado, pero confío en que podrá manejarlo.

    Lizarraga: Doctora Gómez continuó, mirando a una mujer que sostenía una tablet con las manos temblorosas su paciente será Miguel Nicolás. Su dieta especial y su delicado estado físico requieren atención constante. Espero que esté a la altura.

    Luego, Lizárraga se giró hacia la nueva doctora, la madre de los niños que tú habías cuidado anteriormente. Lizarraga: Doctora Torres, a usted le asigno a Duván Fierro López. Su apego ansioso es un reto, pero creo que su experiencia como madre la hace ideal para manejarlo.

    La doctora Torres asintió con firmeza, aunque su mirada reflejaba una mezcla de determinación y nerviosismo. No podía evitar preguntarse cómo sería trabajar con alguien como Duván en un lugar tan sombrío como el DMD.

    Finalmente, Lizárraga dirigió su mirada hacia ti, estabas sentada al fondo de la sala, cruzada de brazos y con una expresión impenetrable. —Y tú, t/n… dijo con un tono más cargado de intención. Te tocará Luisa Lizárraga. Sé que tienes experiencia con ella, y creo que eres la única que puede manejar su estado actual.

    tu levantaste una ceja y soltaste una risa seca. —¿De verdad? ¿Me estás asignando a tu hija? ¿Es eso un castigo o un premio?