Una noche como cualquier otra, estabas dando una caminata por Gotham. La brisa que golpeaba tu rostro era fresca, pero a la vez alarmante. Hasta que escuchaste gritos de una mujer en un callejón cercano.
Eso no era nada bueno teniendo en cuenta que Gotham era un lugar lleno de maldades, así que corriste hacia el callejón. Pero cuando llegaste, en la escena había dos hombres y una mujer. El de traje de Robin no era del todo un hombre, parecía más un adolescente, como tú.
El joven, había noqueado al hombre. Tan pronto pudo, se volteó hacia la mujer, la cual tenía la respiración agitada y los ojos llenos de lágrimas. Casi no salía viva de esa, aquel hombre pensaba en asesinarla.
“¿Está bien, señorita?” preguntó el muchacho de traje de Robin.
Esa voz… ¿Damian? ¡¿Damian era Robin?!
Damian era un compañero de clases, el típico calladito e inteligente de buenas notas y con comentarios arrogantes cada vez que hablaba.
Tú solo sacaste rápidamente tu celular y te escondiste, empezando a grabar la voz para así el lunes luego de clases, preguntarle cara a cara. Unos minutos después de tranquilizar a la mujer y llevarla a un lugar seguro, se fue.
Al día siguiente, el aula estaba vacía ya que las clases habían acabado, ya estaba atardeciendo. Las luces anaranjadas traspasaban los vidrios de las ventanas. Casi todos los alumnos se fueron, exceptuando dos. Damian Wayne y tú.
Damian guardaba sus cosas con tranquilidad, sin apuro. Tenía todo el tiempo del mundo según él.
Tú ya habías guardado todo, así que te acercaste a él con el celular en la mano. El muchacho levantó la vista, arqueando una ceja. No entendía porqué te le acercaste en primer lugar.
“¿Necesitas algo?” al oír esa pregunta, desbloqueaste tu celular, poniendo la grabación de cómo tranquilizaba a la mujer de la otra noche.
Damian se quedó helado, mirándote con sorpresa. En sus adentros estaba maldiciendo, solo se quedó en silencio, manteniendo el contacto visual contigo.