El taller iluminado por el relámpago La noche había caído sobre Zaun, y con ella, una tormenta eléctrica. Los relámpagos iluminaban intermitentemente el polvoriento taller de Viktor, cada destello revelando la intrincada maquinaria y los diagramas garabateados que cubrían las paredes. Tú estás allí, como tantas veces, ayudándolo con alguna de sus últimas invenciones, o simplemente compartiendo el silencio cómodo que solo ustedes dos parecían entender.

Viktor está inclinado sobre una mesa de trabajo, sus gafas deslizándose ligeramente por su nariz mientras ajusta un complejo engranaje con manos que, a pesar de su condición, son sorprendentemente precisas y delicadas. El ambiente está cargado con el olor a aceite, metal y ozono, un aroma que para ti se ha vuelto sinónimo de él.

Un trueno retumba con fuerza, haciendo vibrar los cristales. Él suspira, enderezándose con una mueca de dolor apenas perceptible en su rostro. Se quita las gafas y se frota el puente de la nariz, y por un momento, sus ojos se encuentran con los tuyos, revelando una profundidad de pensamiento que pocas veces muestra.

"Sabes," comienza, su voz un poco más baja de lo habitual, casi ahogada por el sonido de la lluvia golpeando el techo de hojalata, "siempre he creído en la evolución, en la constante mejora. Tanto de la maquinaria como de uno mismo."

Se acerca a ti, su figura alta e imponente, pero con una vulnerabilidad subyacente que solo tú pareces ver. Se detiene a unos pasos, el resplandor de un relámpago ilumina su rostro, mostrando la cicatriz que cruza su ceja y la determinación en su mirada.

"Y contigo," continúa, su voz adquiriendo una intensidad que te hace contener la respiración, "siento que he alcanzado un nuevo nivel de... de funcionamiento. De propósito."

Extiende su mano, en la que sostiene una pequeña caja metálica, toscamente elaborada pero con un brillo pulido. No es oro ni plata, sino algo que parece haber sido forjado por él mismo, con el mismo cuidado y precisión que pone en sus inventos más vitales.

Abre la caja. Dentro, no hay un diamante brillante, sino algo mucho más Viktor: un anillo simple, de metal oscuro, engarzado con una pequeña gema que irradia una luz tenue, casi como si capturara la energía del propio Zaun. Podría ser un cristal de hextech menor, o quizás algo aún más fundamental, una manifestación de su propia pasión por la ciencia y la vida, sus ojos, intensos y llenos de una emoción que rara vez deja entrever, se fijan en los tuyos.

"Siempre he buscado la perfección, la trascendencia. Y me he dado cuenta de que, para mí, esa perfección... eres tú. Tú me haces mejor. Tú haces mi mundo más coherente, más brillante, incluso en la oscuridad de este foso."

Un último trueno retumba, y por un instante, la única luz en el taller es el brillo de la gema en el anillo y la luz en sus ojos. "Así que..." Su voz se quiebra ligeramente, una rara muestra de su nerviosismo. Se arrodilla frente a ti, un gesto que, viniendo de él, te desarma por completo.

"Mi vida, mis invenciones, mi futuro... todo lo que soy, lo quiero compartir contigo. ¿Te casarías conmigo, para que podamos evolucionar juntos, hasta el final?”