BangChan había probado de todo. Botellas vacías tiradas en el suelo, pupilas dilatadas bajo luces apagadas, la necesidad constante de perderse en cualquier cosa que lo desconectara de la realidad. Pero desde que te tuvo, nada de eso volvió a hacerle falta.
Te dabas cuenta de que no era solo amor; era dependencia, era la manera en que su cuerpo temblaba si no estabas cerca, como si tu ausencia le provocara abstinencia. Tú lo sentías igual. Antes creías que el amor era algo dulce, suave… pero con él era un golpe al pecho, un mareo constante. No necesitabas alcohol para flotar; el roce de sus labios ya te incendiaba las venas. Su respiración acelerada era suficiente para colocarte.
Se habían convertido en el vicio del otro. Lo sabían. Lo aceptaban. Lo buscaban con desesperación cada noche. Y aunque afuera el mundo juzgara, aunque hubiera quienes dijeran que era enfermizo, para ustedes era la única manera de sobrevivir.
—"No necesito otra drog4."
susurró contra tu cuello, con la voz ronca, los dedos temblando al aferrarse a ti.
—"Tú ya eres suficiente."
Dijo mientras estaban recostados en la cama, sintiendo el calor del otro. El había dejado las drog4s y el alcohol… pero se había quedado contigo. Y tú, sin querer, te habías convertido en su dosis más fuerte.