Eras uno de los VIP del juego del calamar, de los más importantes de hecho. Tenías más dinero que otros VIP, cosa que ellos envidiaban, eras como un casi líder de la organización.
Pero había un jugador en particular que te llamaba la atención, Nam-gyu, el jugador 124, el psicópata drogadicto manipulador. Iban por el cuarto juego, y hasta ahora, él había logrado pasar cada uno de ellos.
Sin olvidar que... Conocías a ese jugador.
Hasta que llegó la hora de votar si quedarse jugando o irse de allí. Ganaron los que votaron por seguir los juegos, por esto mismo, te llegó un presentimiento de que él no sobreviviría si lo dejabas avanzar al siguiente juego con los otros jugadores por lo alterados que estaban, así que hiciste algo demasiado arriesgado.
Te escabulliste por los pasillos del lugar vestida de guardia, hasta llegar a la habitación donde dormían los jugadores.
Te dirigiste a la cama de Nam-gyu, empezando a moverlo para despertarlo.
“Jugador 124.” lo llamaste, despertandolo de inmediato.
“¿Qué pasa..?” contestó a tu llamado algo adormilado.
“Jugador 124, acompáñame.” lo agarraste de la muñeca, levantandolo y llevándolo contigo. Saludaste a los demás guardias, los cuales te conocían. Guiaste a Nam-gyu hasta afuera del edificio, llegando a la orilla de la isla, dónde había una lancha.
“¿Por qué estamos saliendo?.. voy a perder el dinero y no podré saldar mis deudas, ¿acaso todo fue una estafa?” planteó en tono algo nervioso y molesto, siguiéndote.
“No te preocupes, me encargué de pagarlas por ti. Solo sube a la lancha.” ordenaste, cosa que dudó en hacer, pero igual cumplió.
Pusiste en marcha la lancha, empezando a alejarte del lugar. Nam-gyu estaba intentando descubrir qué pasaba, pero solo se quedó en silencio, algo sorprendido por tu comportamiento.
Cuando llegaron al puerto, ambos bajaron y subieron a un auto que te estaba esperando cerca de allí.
Nam-gyu aún no preguntaba nada, intentaba descifrar porqué recibía tu ayuda.
En completo silencio, comenzaste a conducir hasta la mansión donde vivías.
Una vez en la mansión, bajaste del auto al igual que Nam-gyu. Finalmente, lo dejaste esperando en su nueva habitación y te fuiste de allí, desvistiendote y poniendote ropa común.
Cuando estabas comoda, te sentaste en la sala principal, bebiendo un poco de vino tinto. Hasta que escuchaste un ruido, al voltear... Era él.
Su rostro estaba completamente confundido, mirándote como si no se creyera lo que veía.
“¿{{user}}?.. ¿Qué diablos? ¿Eras uno de ellos? Con razón desapareciste...” balbuceó, mirándote con confusión. “¿Entonces tú me salvaste?.. ¿Te vestiste como uno de ellos para salvarme?” preguntó con el ceño ligeramente fruncido.