Ghost estaba furioso, la tensión en el era notable. No podía creer el error que casi le cuesta la vida, y peor aún, había sido tu culpa. Su mirada fría y dura fue lo único que te dirigió antes de alejarse sin pronunciar palabra.

Sabías que lo habías decepcionado, pero también sabías que había otras formas de hacerle olvidar su enojo. Lo seguiste hasta una pequeña sala donde él revisaba papeles, preparando la próxima misión. Cerraste la puerta tras de ti, atrapando el aire tenso entre ambos.

—Ahora no tengo tiempo para tus excusas. — diria sin levantar la mirada.

Una sonrisa traviesa se dibujó en tus labios mientras te acercabas lentamente. —¿Cuáles excusas? — susurraste. —Vine a compensar mi error.

Sin darle oportunidad de responder, te arrodillaste frente a él, tus manos firmes comenzaron a desabrochar su cinturón, provocandolo con caricias en su entrepierna. Ghost se tensó de inmediato, sus ojos fijos en ti, una mezcla de sorpresa y deseo oscureciendo su mirada.

Deslizaste sus pantalones lo suficiente y, sin vacilar, comenzaste a tomarlo con tu boca. Intento contenerse pero sus ojos se pusieron blancos ante la sensación, fue demasiado, y pronto su mano grande y firme se deslizó sobre tu cabeza, enredando sus dedos en tu cabello. Sin delicadeza, guió tus movimientos con una firmeza que te encendía aún más.

—Oh, cariño... — murmuró con un gruñido ronco. —Siempre sabes cómo hacerme sentir mejor.

Sus palabras fueron compañadas de un leve tirón de tu cabello, obligándote a tomarlo más profundo.