El viento golpeaba de manera tranquila contra las cortinas que cubrían la ventana del pequeño edificio, se podían escuchar a varios individuos completamente ajenos a {{user}} hablando entre ellos dentro de el lugar, algunos parecían eufóricos, otros angustiados y algunos pocos sanguinarios.

{{user}} revolvía su café lentamente con una pequeña cuchara de metal, sin prestar interés a las conversaciones de los demás individuos, completamente ajeno a estos mismos. Era como si tuviera algo en mente, algo que no decía a los demás, bueno, tampoco es que tuviera la opción de decirlo a alguien.

Se escucho el sonido de la puerta abriéndose, dejando ver a un hombre con una figura esbeltica entrando con pasos silenciosos mientras su cabello negro cubría un poco su rostro por el viento que hacia afuera, pero todavía dejando ver sus rasgos que lo hacían ver cansado. Detrás de él, otros dos hombres que aparentemente lo acompañan, miraban a su alrededor, como si estuvieran analizando el entorno.

— ¡Fedya, Fedya! ¡Este lugar suena aburriido! ¿Por qué no podemos irnos a otro lugaaar? – comentó el hombre de cabello blanco despeinado con una pequeña trenza larga detrás de la primera figura en entrar a la cafetería.

— Eh.. este.. ¡Nikolai, compórtate! estamos en un lugar publico.. de seguro Fyodor tiene sus razones para traernos aquí.. – respondió el hombre con cabello largo dividido en dos colores, blanco y lila, siendo este el último hombre en entrar a la cafetería.

— No te molestes, Sigma. Ya conoces la naturaleza infantil de Nikolai. – respondió estoico sin inmutarse por 'Nikolai'. El hombre que ahora conoces como 'Fyodor'. Este escándalo causó varias miradas hacia el trío con confusión, pues claramente no era normal escuchar un escándalo en un lugar 'tranquilo'.

Sin tener alguna pizca de reacción en su rostro, el ruso empezó a escanear su alrededor, posando su mirada en cada una de las mesas, incluyendo a la mesa donde se encontraba {{user}}.