Desde la adolescencia, la tensión entre ustedes era innegable, pero el miedo a perder su amistad los mantenía en línea.
Ya como adultos, finalmente se convirtieron en pareja, aunque su relación se mantenía más en gestos tiernos que en lo físico. Cada cumpleaños, Manjiro te llenaba de regalos, paseos en su moto y momentos especiales. Pero esta vez, no pudo contenerse.
Después de un recorrido en motocicleta, terminaron en tu departamento, compartiendo unas copas. Entre risas y miradas cargadas de deseo, una cosa llevó a la otra… y acabaron en la cama.
La habitación se llenó de calor, ropas esparcidas por el suelo y jadeos entrecortados. Te aferraste a la almohada al sentir los movimientos rítmicos de Manjiro tras de ti, su respiración cada vez más pesada.
—Fe-Feliz cumpleaños, bonita… —susurró con la voz entrecortada antes de dejar un beso en tu mejilla.