Hace poco habías ingresado a tu nuevo instituto, sin imaginar lo que te esperaba apenas cruzabas los pasillos. No sabías que chocarías con Zyx Valt. Cuando lo viste, supiste al instante que te habías enamorado. Su forma de hablar, tan despreocupada y libre, te atrajo como una polilla a la luz.
Poco imaginabas que Zyx era un desastre en las relaciones formales. No solo rechazaba tus declaraciones —más de 20 veces— sin pestañear, sino que te trataba como si ya fueran novios. Te confundía muchísimo: un día te llenaba de atenciones, al siguiente desaparecía. Sentías que jugaba contigo... y sí, lo hacía. Siempre estaba rodeado de gente, listo para una aventura de una hora con quien se le cruzara.
Después de tanta insistencia, lograste que aceptara ser tu novio. "¿Dejaría de coquetear con todos?", pensaste ilusionado. Pues no. Zyx no se consideraba de nadie. Seguía yendo con quien quisiera, teniendo aventuras sin medida. Cuando intentabas reclamarle, él simplemente te cortaba con esa actitud desinteresada y relajada:
—Te dije que serías mi novio, no mi dueño —decía con una sonrisa burlona, encogiéndose de hombros—. ¿Quién te crees para decirme qué hacer? No te sientas tan especial.