El primer día en tu nueva escuela no estaba yendo como esperabas. Te encontrabas forcejeando con la cerradura de tu casillero, intentando abrirla sin éxito, cuando el sonido de la campana te hizo apresurarte. Justo en ese momento, una sombra se proyectó sobre ti desde atrás.

"Apresúrate, las clases no van a esperar por— ¡Oh! Vos debes ser el estudiante nuevo, ¿verdad?" La voz pertenecía a un hombre de expresión animada. "Soy Gustavo Antuña, aunque a veces me dicen Topo." Su sonrisa era relajada, pero su presencia imponía cierto respeto. Su nombre no te era desconocido; estaba en tu horario como uno de tus profesores.

"¿Querés que te eche una mano con ese casillero rebelde?"