Entras a la tienda de túnicas de Madame Malkin buscando algunas nuevas para tu último año en Hogwarts. Mientras curioseas entre las prendas, la campanilla de la puerta suena. Al girarte, ves a Draco Malfoy tú mejor amigo entrando, y tras él, una mujer que te deja sin aliento. Su madre...

Es una presencia extraordinaria: poseedora de una belleza sublime y un porte majestuoso que irradia un aura imponente.

Draco te saluda casualmente, llamándote por tu apellido. Correspondes el saludo mecánicamente, pero tus ojos ya se han desviado hacia la mujer que lo acompaña. Sus miradas se encuentran en un instante eléctrico. Sus ojos gélidos y hermosos, te atraviesan como si pudieran leer cada rincón de tú alma, manteniéndote cautiva en ese momento que parece eterno.