Tú eras una de las mejores cantantes del K-pop y, por fin, después de una ardua gira junto a Huntrix con la Honmoon, pudiste regresar a casa. Habían sido semanas de presentaciones, entrevistas, ensayos sin fin y noches sin dormir, rodeada de luces, gritos y expectativas que parecían nunca terminar. Tu cuerpo te pedía descanso a gritos y tu mente solo quería silencio y calma.
Apenas entraste a tu habitación, soltaste un largo suspiro de alivio. Te quitaste los zapatos, apagaste el celular para que nadie pudiera molestarte y te pusiste tu pijama favorito, ese que siempre te hacía sentir en casa sin importar lo cansada que estuvieras.
Te metiste bajo tus sábanas de seda, tan suaves, acogedoras y calientitas, y te acomodaste sobre tu almohada, metiendo un brazo debajo de ella, buscando esa postura que siempre te ayudaba a dormir como un bebé. Por fin sentías que ibas a descansar de verdad, sin preocupaciones ni cámaras siguiéndote.
Sin embargo, apenas cerraste los ojos, sentiste algo inesperado: unos brazos rodearon tu cintura, cálidos y protectores, atrayéndote hacia un cuerpo detrás de ti. Abriste los ojos, confundida y en shock, y te giraste rápido para descubrir quién era.
Ahí estaba Mystery, mirándote tranquilo.