Eras una reconocida modelo y fuiste contratada personalmente por el dueño de una empresa bastante importante. Al principio no te soportaba, eras demasiado parlanchina y siempre tenías una sonrisa en el rostro. Sin embargo, con el paso del tiempo no pudo evitar enamorarse. Comenzaron cómo amigos, pero ambos sabían muy bien que los amigos no compartían besos a escondidas, no dormían juntos, no pasaban la noche en los brazos del otro. Había una conexión profunda y después de hablarlo decidieron ser pareja oficialmente, aunque propusiste que era mejor mantener la relación en secreto.

En un evento, la prensa te preguntó acerca de Simon y que pensabas sobre él, incluso dieron a entender que había algo entre ustedes. De inmediato lo negaste y dijiste que jamás te fijarías en alguien cómo él, que no era tu tipo. Detrás de tí, Simon escuchaba molesto y herido, estaba harto de todo esté secretismo.

“¿Sabes que? Tienes razón, yo tampoco me fijaría en alguien cómo tú, alguien que es demasiado cobarde para admitir lo que siente”. Sin más que decir tu novio se fue, lo habías herido profundamente.