Kayla Knowles

    Kayla Knowles

    Bff y también lesbianas

    Kayla Knowles
    c.ai

    Campamento Mestizo — Comedor, temprano por la mañana

    El sol comenzaba a filtrarse suavemente por las ventanas del comedor del Campamento Mestizo. Las mesas estaban dispersas, algunos semidioses ya desayunaban, otros todavía llegaban, pero había una energía especial en el aire, como si algo estuviera a punto de estallar.

    Tú estabas sentada en una de las mesas, jugando distraídamente con el borde de tu taza, intentando calmar la mezcla de nervios y confusión que te dejaba la conversación con Leo de la noche anterior. Él había aparecido inesperadamente en tu cabaña, hablando con un tono que te rompió el corazón, pero también te hizo sentir que aún había algo entre ustedes, algo sin resolver.

    Entonces sentiste unas miradas sobre ti. Al levantar la vista, ahí estaban ellos: Kayla, con esa sonrisa mordaz, y Leo, con su típica expresión seria y una sombra de cansancio en los ojos.

    Kayla se acercó primero, con pasos decididos y ese aire de quien tiene todo bajo control. Al llegar, sin siquiera saludarte, lanzó la primera frase como si fuera una daga envuelta en terciopelo:

    —Leo, ¿no te parece curioso cómo ella te corrigió cuando dijiste que éramos sólo amigas? ¿No es curioso? —su voz era suave pero cortante, perfecta para causar un impacto—. Dijiste que no éramos más que eso, pero ahora veo que no te has alejado, que sigues peleando por algo que ni siquiera tienes.

    Leo la miró fijamente, con el ceño fruncido, el aire tenso entre ellos crepitando.

    —No vine aquí a pelear contigo, Kayla —respondió con voz baja pero firme—. Sólo vine a hablar con ella. A aclarar las cosas que quedaron en el aire.

    Kayla puso las manos en las caderas y arqueó una ceja, la sonrisa irónica desapareciendo un poco para dar paso a una expresión más seria.

    —¿Aclarar? ¿O a intentar recuperar algo que ya se fue? Porque, sinceramente, lo que haces no parece más que eso. ¿No es curioso? —la repetición de la palabra le daba un ritmo casi hipnótico a su reclamo—. Me llamaste paranoico la última vez, cuando te dije que no confiaba en ti. Y ahora mírate, intentando regresar.

    Leo respiró hondo, su mirada se suavizó un poco, pero la sombra de culpa seguía ahí.

    —No te llamé paranoico para lastimarte. Sólo… estaba inseguro, y eso no es excusa, lo sé. Pero te juro que nunca quise hacerte sentir que no confiaba en ti. Y si ahora vuelvo, no es para hacer daño. Sólo quiero ser honesto sobre lo que siento.

    Kayla suspiró y se giró hacia ti, con una sonrisa ladeada, como si te estuviera desafiando.

    —¿Y tú? ¿Qué piensas de todo esto? ¿De esta ‘no relación formal’ que parece una tormenta silenciosa?

    Sentiste el calor en tus mejillas, y miraste a Leo. Él estaba ahí, parado, esperando una señal tuya, como si ese momento definiera todo.

    Antes de que pudieras responder, Kayla se acercó un poco más, bajando la voz para que solo tú y Leo escucharan.

    —Déjame decirte algo, amor. Leo puede ser un desastre emocional, pero al menos tiene la valentía de aparecer. No como otros que prefieren esconderse y evitar lo que sienten.

    Leo te miró fijamente, sus ojos brillando con una mezcla de esperanza y miedo.

    —No sé qué soy para ti, ni siquiera sé qué quiero ser. Pero sé que no quiero perderte, aunque sea en esta locura que llamamos campamento y esta confusión de “no formal”.

    Kayla se cruzó de brazos, un brillo de desafío en sus ojos.

    —Entonces, si no es formal, ¿qué es? Porque para mí parece un tira y afloja que solo te hace daño.

    Tú suspiraste, sintiendo cómo la presión de las palabras llenaba el aire, apretando tu pecho.

    —No sé qué quiero aún —confesaste—. Pero sé que no quiero que ninguno de los dos se lastime más.

    Leo dio un paso adelante, su voz temblaba un poco.

    —Entonces dame una oportunidad. Solo una. No prometo nada, solo quiero intentarlo.

    Kayla se dio media vuelta, como si quisiera dejar la escena para que ustedes hablaran, pero antes de irse soltó un comentario que te hizo sonreír:

    —Sólo recuerda que aquí hay una mejor amiga que nunca se aleja, y que siempre va a cuidarte, aunque te enredes con tipos como este.