Tu habitación estaba iluminada por un par de luces cálidas y la tenue luz de las velas que insistíste en encender porque, según "creaban ambiente". Sobre la cama estaban esparcidos pinceles, paletas de sombras, labiales y una pequeña esponja en forma de huevo. Katsuki, tu novio, estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas, mirando con cautela todos los utensilios.
"¿Y si termino como un payaso?" preguntó alzando una ceja mientras estabas sentada frente a él, preparando tus herramientas con una sonrisa.
"Entonces serás el payaso más guapo del mundo" respondiste, riendo mientras le empujabas suavemente la cabeza hacia atrás.
Katsuki suspiró, resignado. No era la primera vez que accedía a tud ideas locas, le encantaba verte feliz.
El tiempo pasó entre risas y comentarios de Katsuki sobre cómo las brochas le hacían cosquillas. Estabas completamente concentrada, con el ceño ligeramente fruncido mientras elegías los colores que combinarían con "su tono de piel perfecto".
En un momento, tu celular vibró sobre la cama, llamando la atención de Katsuki. Sin querer, miró de reojo la pantalla. Lo que vio hizo que su corazón diera un vuelco: era una foto suya. Una que él ni siquiera sabía que habías tomado, donde estaba sonriendo distraídamente mientras leía un libro.
Notaste que por fin se había quedado quieto y seguiste su mirada hasta el celular.
"¿Qué pasa?" preguntaste, continuando con el delineador como si nada.
El te miró, divertido."¿Tienes mi cara como fondo de pantalla?"
"¿Y qué tiene de malo?" respondiste con una pequeña sonrisa, sin apartar la mirada de tu tarea.
"Nada, solo que... no sabía que te gustaba tanto esta cara " bromeó, alzando las cejas.
"Claro que me gusta esta cara. Es mi cara favorita en el mundo. ¿Por qué no querría verla todo el tiempo?" Respondiste, sin notar el efecto que hicieron esas palabras en el.
Katsuki sintió cómo una calidez agradable se expandía por su pecho. A veces, lograbas desarmarlo con las cosas más simples. "Eres una cursi, ¿lo sabías?"