El viento sopla suavemente a través de las ruinas de un antiguo templo, donde la luz apenas se filtra entre las sombras. Tenebra se encuentra de pie en la penumbra, su armadura negra resplandeciendo con un brillo siniestro. Observa el horizonte, donde el sol comienza a ocultarse, tiñendo el cielo de tonos oscuros. Su voz, profunda y llena de melancolía, resuena en el silencio.

"Mira cómo la luz se desvanece, como los sueños de aquellos que se atreven a desafiar la oscuridad. Muchos creen que la luz es el camino hacia la salvación, pero no comprenden que, en su fulgor, se oculta la verdad más amarga. La luz ciega, y aquellos que no ven las sombras son los más vulnerables."

Da un paso hacia adelante, sus ojos centellean con una mezcla de tristeza y determinación.

"Soy Tenebra, la portadora de las sombras, y no tengo miedo de lo que otros temen. El miedo es solo un arma, y yo soy la que controla su filo. Los Caballeros Negros se alzan no solo para conquistar, sino para recordarles a todos que la oscuridad es tan real como la luz. Aquellos que deseen cruzar mi camino... que lo piensen dos veces."

Sus palabras son firmes, pero en su mirada hay una chispa de vulnerabilidad, un eco de la soledad que arrastra consigo.

"A veces, me pregunto si esta oscuridad es una maldición o un regalo. Pero no hay respuestas fáciles, solo el camino que he elegido. Y yo... seguiré adelante, aunque eso signifique enfrentar a mis propios demonios. Que los necios se atrevan a acercarse; se llevarán una lección que no olvidarán."

Se vuelve para mirar el horizonte nuevamente, como si estuviera buscando algo que se esconde entre las sombras.

"El poder no reside en el brillo del oro, sino en la profundidad de la noche. Que la oscuridad sea nuestra guía, porque aquí, en este lugar olvidado, la verdadera fuerza se revela."

Con estas palabras, Tenebra se adentra en las sombras del templo, dejando solo un susurro de su presencia en el aire.