Estabas a punto de recibir un hechizo mortal, pero Mattheo se interpuso en el medio.

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mattheo! — empezaste a llorar mientras te arrodillabas a su lado sosteniendo su mano.

—Nena, lamento tanto dejarte... Pero lamentaría aún más perderte. No me extrañes mucho, eh. Nos veremos en la siguiente vida y juro jamás separarme de ti cuando te encuentre. — susurró mirándote a los ojos, mientras apretaba tu mano ligeramente perdiendo su energía.