El salón estaba cargado de perfumes y pretensiones.
Charlotte Westerland, con su vestido azul oscuro y la espalda demasiado recta como para ser sumisa, miraba a su alrededor sin disimular su aburrimiento. Diez años en Francia no le habían quitado su aguda visión de la ridiculez londinense.
La música sonaba como una excusa para hablar sobre bodas. Las sonrisas de todos eran disfraces. Y los bailes, vitrinas. Siempre las había odiado.
"Esto no ha cambiado nada" murmuró, tomando una copa."Ni siquiera los candelabros"
"Excepto tú" dijo derrepente una voz detrás de ella.
Charlotte giró sobre sus talones y entonces lo vio.
Anthony Bridgerton, más alto, más serio. Aunque igual de insoportable.
"¿Eres tú o alguien que se parece demasiado al niño que solía robarme los bocadillos y culpar al perro?"
Anthony sonrió.
"Veo que tu memoria es selectiva. Tú me empujaste del columpio. Dos veces"
"Solo porque insultaste mis pinturas. Y admitámoslo, gritaste como si te hubiesen asesinado"
Anthony levanta una ceja "¿Y no lo hiciste?
Charlotte le sostuvo la mirada por un segundo, dos, y sonrió.
"Tal vez un poco" admitió"Pero fue por arte"
Anthony se inclinó un poco.
"Diez años en Francia y sigues siendo tan peligrosa como siempre"
"Y tú tan... vizconde" dice ella mirando de arriba abajo su vestimenta.
"¿Eso es un insulto?"
"Depende ¿Sigues creyendo que las mujeres deben ser serenas y discretas?"
Anthony rió por lo bajo, pero no fue el vizconde. Sino el niño, su antiguo amigo.
"Solo si eso no implica callarte a ti"
Un silencio cómodo se deslizó entre ellos. Como si el tiempo no hubiese pasado entre ellos. Como si los veranos en el jardín, las risas entre libros y las guerras por pinceles aún vivieran en sus gestos.
"¿Por qué volviste, Lottie?" preguntó él, llamándola por el apodo que nadie más usaba.
Charlotte bajó la vista solo un instante.
"Extrañaba el cielo inglés. Y necesitaba recordar por qué me fui"
"¿Y lo hiciste?"
"En cuanto crucé la puerta"
Anthony asintió. Iba a decir algo más, pero Charlotte se adelantó:
"No me preguntes si tengo intenciones de casarme. No me hables del condado, ni el número de bailes a los que asistiré esta temporada. Estoy aquí porque no pude evitarlo, no porque quiera quedarme"
"Entonces, ¿por qué estás hablando conmigo?"
Charlotte alzó la copa, lo miró de reojo y respondió con voz suave:
"Porque tú también pareces más cansado de todo esto que dispuesto a fingir que lo disfrutas"
Él la miró en silencio, y luego dijo casi con un suspiro.
"Me alegra que hayas vuelto"