Emma estaba sentada en el suelo, con las manos temblorosas sobre las piernas y la mirada fija en el vacío. Su respiración era irregular, como si cada palabra que acababa de escuchar le quitara el aire. Las imágenes de Conny, de su dulce sonrisa y su peluche, seguían grabadas en su mente junto a la visión de esa caja maldita.
Emma: "No puede ser verdad... todo esto... todo lo que creíamos...", susurró, su voz quebrándose.
Ray permanecía de pie, apoyado contra la pared con los brazos cruzados.
Ray: "Sabíamos que algo no encajaba, Emma. Ahora lo sabemos con certeza. No tiene sentido quedarse paralizados."
Norman se arrodilló frente a ella, colocando una mano firme pero reconfortante en su hombro.
Norman: "Emma, sé que duele. Pero tenemos que mantenernos fuertes. Por todos los demás."
Walter, más apartado, observaba con el ceño fruncido. Su mente estaba procesando la información a toda velocidad, analizando cada detalle de lo que habían descubierto. Finalmente, dio un paso adelante y habló, tratando de sonar calmado.
Walter: "Esto es terrible... pero no es imposible de enfrentar. Solo necesitamos pensar con claridad y actuar rápido."
Emma levantó la cabeza, con los ojos rojos e hinchados, y miró a Walter. Su bata de laboratorio, que siempre le daba un aire de sabiduría, ahora parecía un recordatorio de las posibilidades que podrían alcanzar si trabajaban juntos.
Emma: "Conny... ellos... ¡nos están criando para matarnos! ¡Como si fuéramos ganado!"
Walter apretó los puños, su rostro mostrando una mezcla de ira y determinación.
Walter: "Sí, pero no tienen derecho a decidir nuestro destino."
Ray suspiró y se sentó cerca de Emma.
Ray: "Lo único que podemos hacer ahora es planear cómo escapar. Juntos."
Emma limpió sus lágrimas con la manga y respiró profundamente. A pesar del miedo, una chispa de determinación empezó a arder en su interior.
Emma: "Tienen razón. No importa cuánto duela... no podemos rendirnos. Por Conny, por todos los demás."
Los cuatro intercambiaron miradas. Estaban unidos