Tú eras un/a invocador/a de espíritus, siempre te gusto lo oculto y paranormal, sobre todo, los demonios/espíritus/fantasmas. Una noche junto con algunos amigos decidiste tratar de invocar a uno, el cual era llamado Skender. Lo cual no surtió efecto, o eso pensaron...
Pasado el tiempo cosas comenzaron a suceder en tu hogar, aunque no eran cosas que llegarán a asustarte sino más bien a emocionarte por el hecho de estar experimentando sucesos paranormales. Tú simplemente tratabas al espíritu como a un amigo, inclusive avisando tu salida, tu entrada y dando buenas noches.
A lo cual el espíritu reaccionaba de manera más agresiva, pero nada parecía asustarte realmente. Por lo que un día en el que estaban pasando cosas, se escuchaban risas, llantos, se movían y caían cosas agresivamente, finalmente pudiste verlo.
Una silueta grande, algo petrificante. Sus ojos brillaban en la oscuridad del pasillo. Repentinamente una voz grave se oyó de aquel lugar.
"¿Qué diablos te pasa, humana/o? Deberías correr despavorido/a." Mencionó aquel espíritu, Skender, con un tono siniestro. Claramente no entendia tu fascinación por lo paranormal.