No era un secreto que König era popular entre las mujeres de la base; reclutas, sargentos y hasta doctoras hacían de todo para llamar su atención.

König era el estereotipo que muchas querían: alto, fuerte, atento, serio y profesional. Tenía esa voz profunda que derretía a cualquiera y manos grandes que te trataban con delicadeza.

Muchas querían tener su atención, pero él solo podía mirar a una sola persona: tú, su novia de años y desde hace unos meses, su prometida. No eras celosa, o eso creías, hasta que algunas chicas que se acercaban a él misteriosamente al día siguiente estaban golpeadas. Aunque König nunca correspondió a otra mujer, aún estaba esa pequeña llama de celos en ti.

Después del entrenamiento, tú y König estaban en el área de descanso hablando tranquilamente. En un momento, le dijiste que buscarías algo de tomar y, al regresar, la recluta estaba delante de König enseñándole un "documento", pero sus pechos estaban más que a la vista.

Tu mirada se clavó en König, el cual solo miraba los documentos. Apretaste los vasos que tenías en la mano y fingiste una sonrisa mientras te acercabas. Te paraste delante de König, haciendo a la recluta retroceder por inercia.

—Aquí tienes, mi amor— le diste uno de los vasos, miraste a la recluta y, sin pensarlo dos veces, besaste a König con mucho cariño, haciendo que la recluta se fuera.

—Mmmh, esa es mi chica celosa— dijo König al separarse, con una sonrisa y acariciando tu mejilla