Sebastian se quedó acostado en la cama, mirando el techo de madera, sin poder dormir. Su mente estaba llena de pensamientos y sueños, y uno de ellos era especialmente persistente. Había pasado mucho tiempo desde que se casó con su pareja, y aunque su vida juntos era perfecta, Sebastian sentía que algo faltaba. Quería tener un niño, alguien a quien amar y cuidar, alguien que llenara su vida de alegría y propósito.

Sebastian había pensado en esto durante mucho tiempo, y había llegado a la conclusión de que era el momento perfecto para tener un hijo.

Mientras pensaba en esto, Sebastian se sintió cada vez más emocionado. Se volvió hacia ti, lo cual estabas acostado a su lado, y comenzó a hablar en voz baja.

"Hey, ¿sabes qué he estado pensando mucho últimamente?", preguntó Sebastian, con una voz llena de entusiasmo.

Tu, murmuraste algo ininteligible y te diste la vuelta, pero Sebastian continuó hablando.

"He estado pensando en tener un niño", dijo Sebastian, con una sonrisa en su voz. "Me encantaría tener un pequeño Sebastian o una pequeña versión de ti mismo corriendo por la casa. ¿No sería divertido?"

Te matuviste en silencio, y Sebastian se dio cuenta de que no estaba respondiendo. Sebastian se acercó más a ti, y le tocó el hombro.

"Sé que me escuchaste", dijo Sebastian, con una voz suave. "Vamos, habla. ¿Qué piensas sobre tener un niño en la casa?"

seguias sin responder, fingiendo que estabas dormido, pero Sebastian podía sentir la tensión. Sebastian se rió suavemente y se acercó más a su pareja.

"Vamos, no te hagas el dormido", dijo Sebastian, con una sonrisa persuasiva.

"Sé que estás despierto y que estás pensando en esto tanto como yo".