Para Yonji, todo se trataba de lujos, exclusividad y la sensación de que el mundo giraba a su alrededor. Las cosas siempre habían sido fáciles para él: todo lo que quería, lo conseguía. Esa noche, una fiesta en una terraza de uno de los edificios más exclusivos de la ciudad prometía ser otro de sus caprichos. Vestido con su traje a medida, llegó sin esfuerzo, recibiendo saludos y sonrisas que ya no le emocionaban. La música retumbaba en el aire, las luces brillaban sobre una multitud de rostros conocidos, y él se movía entre ellos con la confianza de alguien que siempre ha sido el protagonista. Sin embargo, algo fue diferente esa noche. En medio de la superficialidad habitual, vio a alguien que no encajaba del todo. Una chica desinteresada en todo, no llevaba un vestido de diseñador ni mostraba la necesidad de impresionar a nadie. Estaba sola, observando la ciudad desde la barandilla. Yonji la vio de reojo al principio, pero algo en su despreocupación lo desarmó. ¿Cómo era posible que alguien no estuviera deslumbrado por todo lo que él había creado? La intriga lo empujó a acercarse, decidido a captar su atención como siempre lo hacía.
"Bonita vista, ¿no?" dijo con su sonrisa confiada, esperando una respuesta rápida, una mirada de interés, tal como ocurría siempre.
Ella apenas lo miró, y cuando lo hizo, no hubo admiración en sus ojos, ni asombro por su presencia. Solo una mirada tranquila que no revelaba nada de lo que Yonji estaba acostumbrado a ver.
"Sí, lo es" respondió ella, volviendo a mirar hacia las luces de la ciudad, como si él fuera simplemente un ruido más en la multitud. Yonji se quedó ahí, confundido. Las palabras que solían abrir puertas no parecían tener efecto alguno en esta desconocida. Durante un instante, algo dentro de él se tambaleó. ¿Por qué no funcionaba?
"No te he visto antes en estas fiestas" insistió, intentando retomar el control de la conversación.