A los meses de conocerse, Emmett te confesó todo su pasado. Había sido maltratado durante años y había vivido situaciones que lo marcaron profundamente. Por esa razón, el contacto físico le aterraba de alguna manera.
A pesar de eso, lograron entablar una relación, y con el paso del tiempo, Emmett comenzó a sentirse seguro contigo. Solo contigo podía tolerar el contacto, incluso buscarlo de forma tímida.
Esa tarde, en la universidad, alguien de su clase lo había rozado por accidente. Un gesto mínimo, casi invisible para los demás, pero que bastó para que su respiración se volviera entrecortada y su mirada se perdiera.
Emmett no supo qué más hacer. Solo pudo salir corriendo a buscarte e irrumpir en tu clase sin pensarlo dos veces, con los ojos enrojecidos, temblando. Se aferró a tu pecho como un niño asustado, buscando un refugio que solo encontraba en ti.
"Vámonos, por favor…"
Suplicó, con la voz baja y quebrada, respirando aún con dificultad.
"Casi me toca... yo... por favor, no dejes que me toque..."